Quetzalcoatl –la serpiente emplumada, en idioma náhuatl– es la serpiente-dragón responsable de otorgar la sabiduría a la humanidad, símbolo de muerte y de resurrección. Es uno de los dioses cardinales de antiguas civilizaciones americanas, especialmente del centro y norte de México, donde se otorgó el mismo nombre a algunos gobiernos toltecas; el más famoso fue Ce Acatl Quetzalcoatl de Topiltzin. Los mayas conocían a este mismo dios con el nombre de Kukulkán, y la cultura Quiché-Maya de Guatemala como Gukumatz.
La significación y cualidades exactas de Quetzalcoatl fueron variando entre civilizaciones a lo largo de la historia. Era considerado el dios de la estrella de la mañana, mientras su hermano gemelo Xolotl era la estrella de la tarde, Venus. Es por este motivo que se le otorgó el título de Tlahuizcalpantecuhtli, cuyo significado es “el señor de la estrella del amanecer.”
También era reconocido como el inventor de los libros y del calendario, creador de las artes y de la poesía, y donante del maíz a la humanidad.
Además, era el amo de los sacerdotes y había intervenido activamente en la creación del mundo. Para los aztecas, el tiempo en que vivían era considerado el quinto mundo, ya que los cuatro anteriores habían sido destruidos por la inundación, el fuego y otras catástrofes climáticas. Se dice que Quetzalcoatl fue a Mictlan –el mundo terrenal– y creó a la Humanidad del quinto mundo a partir de los huesos de las razas anteriores y de su propia sangre, con la ayuda de Cihuacoatl.
La serpiente emplumada fue representada en el arte y formó parte ineludible del culto religioso en gran parte de Mesoamérica durante 2.000 años, desde la Era Pre-Clásica hasta la Conquista Española. Entre las civilizaciones que lo adoraron encontramos a olmecas, mixtecas, toltecas, aztecas y mayas.