Dentro del universo de los Dragones, los de Oceanía –continente que comprende Australia, Polinesia y Nueva Zelanda– constituyen los antepasados ancestrales de muchas especies veneradas por otras culturas. Mientras el resto de dragones del mundo han sufrido variaciones y adaptaciones, los australianos han sabido conservar su forma física inicial.
Los dragones australianos son, sin lugar a dudas, los más antiguos: provienen de una mitología engendrada entre 40 y 65 mil años atrás. Estos comparten semejanzas curiosas: representan a una serpiente primitiva (o gusano) que rechazó ser enviada más allá de las Aguas del Tiempo. Es importante observar que si bien no son exactamente “dragones”, pueden ser clasificados como tales aunque se parezcan a las serpientes (no pertenecen a ninguno de los dos con exclusividad). Por eso se dice que los dragones australianos constituyen una “familia dual”.
LA MAGIA DEL BUNYIP
LA MAGIA DEL BUNYIP
Los dragones australianos representan el mundo espiritual y el natural: combinan la serpiente y el monstruo. La Serpiente Australiana del Arco Iris se parece a una auténtica víbora de gran tamaño, mientras que su pariente cercano, el Bunyip, es un tipo de dragón emparentado con un sistema mágico altamente complejo.
Las cualidades atribuidas a cada dragón incluyen una amplia gama de criaturas dentro del mundo de las serpientes y los reptiles. El aspecto del bunyip combina rasgos de ambos grupos animales, aunque también cualidades de pájaros, peces voladores, toros de larga cornamenta, cuerpos de vaca o colas de ballena.
Una de las cualidades distintivas de la mitología de Oceanía es que sus dragones pueden adquirir diferentes formas. El Taniwha de Nueva Zelanda es un animal que se metamorfosea en serpiente del mar, tiburón, ballena o lagarto.