El dragón coreano presenta características únicas que lo distinguen de los dragones en otras culturas. Mientras a la mayoría de los dragones de la mitología occidental se los relaciona generalmente con elementos como el fuego y la destrucción, los dragones de la mitología coreana (denominados yong) son seres benévolos. Se los vincula con el agua y la agricultura, amuletos para atraer lluvia y nubes. A esto se debe que muchas leyendas sostengan que la mayoría de estos seres fabulosos residen en ríos, lagos, océanos o incluso en charcos en el interior de las montañas.
El símbolo del dragón aparece en mitología y arte coreano antiguo con una clara connotación política: representa al emperador, también asociado a la lluvia y a la agricultura. Una antigua leyenda menciona al gran rey Munmu, quien en su lecho de muerte deseaba convertir al Mar del Este en un dragón para proteger Corea.
El dragón coreano posee ciertos rasgos específicos: carece de alas y lleva barba larga. Algunos de ellos tienen garras, como el dragón Yeoiju.
Un animal emparentado con el dragón es la criatura mitológica conocida como Imugi. Circulan diversas historias acerca del Imugi: algunas, por ejemplo dicen que son criaturas sin cuernos que se asemejan a dragones pero que fueron maldecidos y no pudieron evolucionar hasta convertirse en dragones. Otras afirman que un Imugi es un proto-dragón que debe sobrevivir mil años para transformarse completamente en dragón. En todos los casos, se trata de bestias bondadosas y enorme, como serpientes pitones, que viven en aguas o cuevas. Habitualmente se los asocia con la buena suerte.
Otra especie famosa de dragón coreano es el Kye-ryong, que se trata de un animal compuesto: mezcla de “dragón” y “pollo”.